Una sobreviviente del Holocausto de 93 años de edad con un marcapasos vive en horribles condiciones con un hijo enfermo mental, y suplica: ¡Permítanme vivir!

Entramos a una casa pobre, un pequeño salón con una repisa repleta de remedios. En una habitación vive su hijo de 54 años de edad, enfermo mental y atendido en el Centro de Enfermos Mentales de Ramle. No pudimos pasar por alto cómo se ve su habitación, que indudablemente plantea una preocupación adicional ante el estado de salud de su madre, una sobreviviente del Holocausto que vive con un marcapasos.

Nos acercamos a tomar un vaso de agua y descubrimos una cocina descuidada, cañerías averiadas en el lavaplatos, una palangana con agua, bolsas con restos de pan arrojadas a un costado. mLas puertas de la casa están rotas y en su mayoiría no tienen manillas. ¡La casa requiere una refacción inmediata!

Nos sentamos en el salón a escuchar a la sobreviviente del Holocausto, hasta que en cierto momento le pedimos parar. No podíamos resistir el calor y el sofoco en el apartamento. Olga y su cuidadora respiran con dificultad, en todo el apartamento no hay rastro de aire acondicionado.

Cuando nos mostró luego el gran marcapasos implantado en la parte superior de su cuerpo que parecía que iba a estallar a través de su delgada piel, nuestra respiración también se hizo pesada.

¿¿Así es como tiene que vivir una sobreviviente del Holocausto que ha pasado una vida tan dura a los 93 años de edad??

Desde el momento en que nos encontramos con ella, Olga no paró de abrazarnos llorando, nos acariciaba cálidamente las manos y nos estrechaba contra su corazón, sin palabras. Cuando nos despedimos, Olga se levantó y se arrojó en nuestros brazos. Toda esa manifestación de agradecimiento por los alimentos que le llevamos y algunos cupones de compras para el supermercado.

Olga, de 93 años de edad, sobreviviente del Holocausto de Kiev, que toda su familia, sus padres, sus hermanos, sus tíos y tías fueron asesinados cruelmente por los nazis, fue enviada a trabajar en una fábrica cuando tenía 14 años. Nos cuenta: “trabajé como una burra de la mañana a la noche” durante todos los años de la guerra.

Seguramente se preguntarán acerca de las numerosas medallas que luce en su bata y son testimonio de su valentía, como en los días en que se dirigió a pedir ayuda como último recurso ante su situación. Se trata de condecoraciones de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Algunos lucharon contra los nazis cara a cara y los vencieron, y la mayoría, como el padre de Olga, sirvieron en el ejército de la Unión Soviética, que pagó el precio más caro.

Queridos hermanos judíos, como podrán ver en la película, es extraño tropezar con una mujer tan delicada, noble, frágil y bondadosa. No se requiere más que un par de segundos para que se rompa el corazón.

¡Ella podría ser la abuela de cada uno de nosotros! ¡Por favor, bríndenle ayuda para que no sufra ni un minuto más!

Gracias a todos los que comparten la preocupación, quiera Dios que nuestros sobrevivientes del Holocausto puedan por lo menos finalizar sus vidas con el respeto que se merecen.

Se puede donar en cuotas (no se incluye en el marco de crédito).

El proyecto se lleva a cabo con la ayuda y a través de la Asociación Lev Naomi que actúa enteramente en forma voluntaria, sin asalariados. ¡Toda la actividad es solamente voluntaria! Más detalles e información adicional en el sitio web: http://www.levnaomi.org.il.